Joventut: la rabia convertida en motivación




El Joventut de los primeros años de los 90 vivía su temporada dorada ganando dos ligas ACB de manera consecutiva. Pero quería más. Su sueño era gobernar Europa, ser el mejor equipo del continente. Y para lograr este objetivo, se puso en contacto con Zeljko que en el año 1993 dejaba su Serbia natal para iniciar una larga trayectoria en la Euroliga.

Su arranque en Badalona no fue sencillo. Se armó cierto revuelo por un tiempo muerto pedido con el partido ganado que irritó sobremanera al gran Manel Comas (muchísimo ánimo sheriff) y el equipo tardó en coger la filosofía del balcánico, pero su primera disección nada más aterrizar fue la correcta “Creo que un aspecto que podemos mejorar es el de la defensa”. Convirtió a un equipo de talento, con gran cantidad de recursos en ataque, excelente juego exterior y gran contraataque, pero irregular y de moral quebradiza en Campeón de la Euroliga, aunque fuera menos vistoso. En la llamada Final Four del pánico por los atentados que por esos días asolaban Israel, con Tel Aviv prácticamente en estado de sitio, la Penya remontaba al Barsa la primera semifinal a base de triples. A la conclusión, Aito reconoció públicamente (los grandes también fallan) que se había equivocado manteniendo la zona durante tanto tiempo en la segunda parte. La final ante el Olympiakos estaba servida y en la previa Zelkjo no se escondió y proclamó saber cómo derrotar a los griegos. “A Fassoulas y Tarpley no les gusta defender fuera de la zona así que debíamos aprovechar el buen tiro de Ferrán y Thompson, con el inconveniente de que dejábamos al equipo sin rebote ofensivo. Por eso era importante el trabajo de Villacampa y Smith en sus entradas”, diría luego confirmando sus grandes dotes de estratega. A minuto y medio del final 4 abajo, Villacampa acercó a la Penya con un triple y Corney Thompson dio la victoria a 15 segundos con otro. Algunos se escudaron en el pírrico resultado 59-57 y en la “suerte” del serbio para restar mérito al triunfo, pero Obradovic, que no hace suyo el espíritu de Coubertain “de participar nada, hay que ganar”, se cargó de razones “el tiro de Djordjevic en Estambul fue un lanzamiento normal que practicó antes miles de veces. La gente habla también del de Thompson, pero no de que Olympiakos no metió ninguna canasta en los últimos siete minutos. ¿Eso es suerte?”. Se le trajo para hacer campeón a un club con 67 años de historia y eso hizo.

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